ROBERTO BURLE MARX EL POETA DE LOS JARDINES
- Manuel Felipe Sierra
- 1 dic 2015
- 3 Min. de lectura

Desde niño era fácil avizorar lo que habría de ser el futuro de Roberto Burle Marx, nacido el 4 de agosto de 1909 en Sao Paulo. Era un asunto de familia, su madre, Cecilia Burle, fue una cantante pianista que despertó en sus hijos el amor por la música y las plantas: cuentan que Roberto la acompañaba desde muy pequeño en el cultivo diario de las rosas, begonias, gladiolos, y muchas otras especies de su jardín. Pero su nodriza, Ana Piaseck, también le enseñó a preparar los canteros y a observar la magia de la germinación de las semillas en el jardín y el huerto doméstico. Su padre, Wilhelm Marx, también habría de modelar la vocación de su hijo: próspero comerciante de cuero, era un hombre culto, amante de la música erudita y de la literatura europea, y atento a la mejor preparación de sus hijos, a quienes enseñó alemán.
Consecuente con su crianza, en 1928 Burle Marx visita Alemania, donde se contamina con las vanguardias artísticas de la época. Allí conoce un jardín botánico con un invernadero donde, curiosamente, se cuidaba vegetación brasileña, por lo cual quedo definitivamente fascinado. Cuentan sus biógrafos, que Roberto empezó a crear jardines que incorporaban los colores primarios, formas orgánicas, diseño gráfico, motivos indígenas y el turismo. En ese tiempo no sólo descubre, sino que además, deja plasmada en su pintura la flora brasileña en el Jardín Botánico de Berlín. Al volver a Brasil, sufre una frustración: en el país existía un gran vacío de conocimiento en esta materia, por lo que comprendió que si quería conocer de verdad la flora de su país, tendría que realizar directamente un trabajo de campo. Se cuenta que a partir de ese momento y durante toda su vida, llevo a cabo una extensa investigación, descubriendo y clasificando muchas especies, algunas de las cuales son conocidas por lo botánicos por el nombre que él les dio. Seguramente no pensó el impacto que produciría su búsqueda. Lo cierto es que las expediciones en el país en busca de nuevas plantas, se hicieron famosas entre los expertos, y en pocos años, vendrían hombres y mujeres de todo el mundo para aprender y trabajar a su lado.


Se trataba de una verdadera revolución, porque su enfoque era individual, sin conexión ni derivaciones de anteriores movimientos modernistas e innovadores. Era totalmente diferente al Art Noveau, o a los modernistas americanos como Eckbo, Iglesia y Lawrence Halprin. Su formación como artista, como enamorado de la naturaleza, lo vincula con arquitectos como Lucio Costa, Rino Levi y Oscar Niemeyer. Y con los años su genio creativo puro lo convierte en una de los arquitectos paisajistas más importantes del siglo XX. En su obra hizo suya una frase de los paisajistas del mundo clásico: “El paisaje es el arte de engañar al ojo”. Susañosen Alemania habían sido decisivos para su posterior aprendizaje. En Berlín comienza a tomar clases de canto, seguramente como herencia de la madre, pero lo abandona al poco tiempo para dedicarse completamente a la pintura. Recorre el museo de Berlín y diversas exposiciones de Monet, Manet, Renoir, los expresionitas Ludwin, Nolden, Bekmann, Kokoschka, Lefaut, Picasso del periodo rosa, de Paul Klee y de Matisse. Pero será Van Gogh quien aturdirá sus emociones según sus biógrafos. Y su visita al Jardín Botánico de Dalhem en la capital alemana, con un invernadero donde se cultivaba vegetación brasileña por la cual quedo fascinado, fue el punto de partida para su maravillosa obra posterior.
Un estudio de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid señala que: “Además de romper con la tradición romántica europea de siglo XIX en el diseño de jardines en Brasil, Burle Marx fue capaz de crear y consolidar un lenguaje visual basado en impactantes formas de gran expresividad y en el radiante uso de plantas nativas; su ingente obra proporcionó identidad al paisajismo brasileño a nivel internacional”. La obra del llamado “Poeta del Jardín” queda esparcida en distinguidos escenarios del mundo, en edificios públicos brasileños como el Ministerio de la Armada, en el edifico de Foreing Affairs, en el Ministerio de Educación, en el Paseo de Copacabana de Brasil, en el Palacio Veneciano, en el Cascade Garden en Pensylvania, en Bulevard Biscayne en Miami, en la Plaza de Perú en Argentina, en el Centro Kuala Lumpur en Malasia, entre otros. Roberto Burle Marx murió el 4 de junio de 1994. Su herencia arquitectónica es universalmente valorada como uno de los máximos exponentes del paisaje del siglo XX, y el verdadero creador del jardín moderno.
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